A cuatro días de la Navidad, quien más, quién menos está pensando en los regalos que hará. Si bien el inicio de la precampaña navideña lo marcaron las feroces campañas de Black Friday y Cyber Monday, a finales de noviembre, ya hace algunos meses que los canales infantiles de televisión solo pasan anuncios de juguetes. Y es en este contexto material en el que surge la pregunta: ¿cómo podemos escoger el juguete ideal para nuestros niños?
Si tuviéramos que hacer la carta a los Reyes Magos con el juguete ideal para nuestros hijos, escribiríamos cosas como: que sea educativo, que promueva valores, que no sea demasiado escandaloso ni tenga muchas luces, que no ensucie, que no tenga piezas demasiado pequeñas para que no se pierdan, que no se rompa a la primera… La lista sería casi tan larga como la de sus deseos, pero seguro que no les haríamos ningún favor. No podemos limitar el juego de los niños: tienen que hacer volar la imaginación, tienen que poder ensuciarse y también tienen que aprender a valorar y cuidar todo lo que tienen, ¡además de aprender a recoger! Sin embargo sí podemos decidir qué juguetes entrarán en casa y qué características deben cumplir, y podemos orientar a nuestros hijos en sus decisiones.
Encontrar el juguete perfecto no es tarea fácil: tendría que satisfacer tanto las necesidades de los niños como las expectativas de los adultos. ¿Cómo debe ser entonces?
- Tiene que ser adecuado a la edad del pequeño: de lo contrario podría ser frustrante y no aprovecharía todas las posibilidades del juego.
- Tiene que cumplir la normativa europea de seguridad y haber pasado todos los controles de calidad.
- Debe promover valores como la solidaridad, el esfuerzo o el trabajo en equipo.
- Debe ser diferente a los que ya tienen en casa y por lo tanto aportar alguna cosa nueva y sorprendente.
- Pero para mí lo más importante es que nos permita pasar tiempo juntos: ¿cuántas veces podemos sentarnos con nuestros hijos a jugar un rato, sin prisas? Un juego o un juguete nos pueden ofrecer la oportunidad de compartir momentos de calidad con nuestros hijos, establecer complicidades y abrir canales de comunicación que seguro que valoraremos mucho a medida que se vayan acercando a la adolescencia.
El juego tiene un peso muy importante en la educación de nuestros hijos. Si bien es importante que puedan tener juguetes, también es muy importante que los tengan con moderación. Así que, además de llegar a un consenso con los niños o adolescentes sobre cuáles son los juguetes más adecuados para estas Navidades, también nos tendríamos que poner de acuerdo en la cantidad de regalos.
En la primera historia de Harry Potter (Harry Potter y la piedra filosofal), su primo Dudley Dursley, que podríamos definir como egoísta, malcriado y materialista, se enfada muchísimo con sus padres porque en su cumpleaños tiene un regalo menos que el año anterior. Y no estamos diciendo que tuviera dos o tres regalos, no… ¡Tuvo más de treinta! De acuerdo, se trata de un ejemplo exageradísimo, pero es el ejemplo más claro de lo que se conoce como un niño “hiperregalado”. Un exceso de juguetes dispersa la atención del niño y hace que valore más la cantidad de regalos que los regalos en sí. ¿Qué caso puede hacer a un juguete concreto un niño que ha recibido tantísimos regalos? ¿Acaso lo único que importa es abrir regalos y cuántos más mejor? ¿No pierden la ilusión por todo cuando saben que tendrán tantísimos regalos?
Y hablando de ilusión, me viene a la cabeza una anécdota de hace algunos años, cuando todavía llevaba a mis hijos a la tienda de juguetes antes de Navidad para ver y decidir qué pondrían en la lista. Aquel día, mientras paseábamos por la tienda, nos encontramos con un padre de la escuela de Kids&Us Manresa con su hijo. En un momento de distracción del niño, me confesó que se sentía profundamente triste y decepcionado. Resulta que cuando Ramón preguntó a su hijo qué le hacía ilusión pedir para Navidad, este le contestó: “No me hace ilusión nada porque siempre me compráis todo lo que quiero”. Esta frase nos tendría que hacer reflexionar también sobre otro aspecto: la ilusión. Deberíamos procurar que nuestros hijos e hijas nunca tuvieran absolutamente todo lo que desean, para que no desaparezca esa sensación de vacío por lo que no tienen y les gustaría tener, porque la insatisfacción es un ingrediente básico de la ilusión.
Pero volvamos a lo que decíamos. Mientras daba vueltas a cuál sería la dosis de regalos adecuada y navegaba por Internet para documentar el post, encontré algunos artículos que hablaban de la regla de los 4 regalos,y creo que vale la pena comentarla.
Se trata de una regla muy sencilla que consiste en seleccionar solamente 4 regalos que cumplan los siguientes principios:
- Una cosa para llevar puesta: ropa, zapatos, complementos, etc.
- Una cosa para leer: un cuento o una suscripción a una revista, por ejemplo.
- Una cosa que necesite: un paraguas con los personajes de dibujos preferidos, una mochila para el colegio o las zapatillas de baloncesto.
- Una cosa deseada: el juguete que más ilusión le haga.
Quizá no será fácil, sobre todo en las casas en las que los niños tienen muy claro qué quieren, o en el caso de hijos adolescentes que tienen un criterio inamovible. A pesar de todo creo que, en la medida de lo posible, es importante ponerlo en práctica. Porque ahora estamos hablando de Navidad, pero todo esto es extensible a los cumpleaños y a otras celebraciones familiares. En esto, como en todo, la calidad debe prevalecer sobre la cantidad.
¿Cómo escoges los regalos de tus hijos? ¿Les ayudas, limitas el número de juguetes? Explícanos cómo lo haces, ¡seguro que nos ayuda a todos!