Cuando los niños son pequeños, los padres tienden a celebrar -incluso de forma exagerada- cada uno de sus logros: la primera sonrisa, los primeros pasos, la primera palabra, etc. Cuando los niños van cumpliendo años, por extraño que parezca, los padres van reduciendo el refuerzo positivo y en cambio ponen más énfasis en la corrección de lo que el niño hace mal. Educar, lo llaman.
Este aspecto hace que, al final de un día normal, un niño pueda haber hecho varias cosas relevantes pero nadie le haya felicitado por ello. Y que sin embargo haya hecho una única cosa mal y le hayan corregido de forma enérgica. ¿Qué valores transmite esta actitud de los padres? ¿Incentiva la creatividad? Para cultivar este preciado talento se necesita mucha experimentación, lo cual conlleva cometer errores. Centrarse en los aspectos negativos no motivará al niño a intentar hacer algo que no domina, pues le frenará la baja probabilidad de éxito. Por el contrario, esta actitud solo le incentivará a no salirse de la línea, a hacer solo lo que ya sabe hacer, a ser una oveja más del rebaño.
En nuestras manos está favorecer que un niño sea creativo, imaginativo, arriesgado, motivado y emocionalmente inteligente y equilibrado. Y puede que la clave de todo radique en dos palabras: ¡muy bien!
Natàlia Perarnau, fundadora y creadora del método Kids&Us para Ser Padres