Uno de los momentos más intensos para una madre o un padre es la hora de acostar a los niños, y que conste que no lo digo por las pataletas, los gritos y las carreras de los peques cuando se niegan a meterse en la cama, que también. Ni tampoco lo digo por las veces que te acabarás desvelando durante la noche, aunque si tienes suerte dormirás de un tirón. Solo si tienes suerte.
No quiero mitificar el momento de acostarse, cada uno tiene su propia realidad, pero quiero hablarte de los minutos que preceden al sueño, de un momento de intimidad y magia con nuestros hijos que nos puede transportar a un mundo lleno de aventuras y fantasía… Me refiero al cuento de antes de dormir, visto como un viaje imaginario en el que invitamos a nuestros hijos a soñar cuando aún están despiertos.
Que es uno de los momentos más esperados del día no seré yo quien lo diga. Solo tienes que ver la cara que se les pone a los peques cuando preguntan: ¿Hoy habrá cuento? Para algunos padres estar presentes en el momento de acostarles es todo un privilegio. Los que llegan al final del día con las baterías bajo mínimos, de entrada responderían con un “hoy estoy muy cansado, lo dejamos para mañana”, pero son incapaces de decir no. Sean cuales sean tus circunstancias, estoy segura de que, cuando estás sentado al lado de ese pequeño personaje que te mira con ternura, te acaricia y te escucha con una atención insólita, el cansancio se desvanece para dar paso a un momento de proximidad emocional única. En esos instantes de intimidad, te preguntas en qué momento esa criatura, ahora tan tuya, dejará de serlo.
Hace unos días leí un artículo muy interesante sobre los beneficios de contar un cuento a los hijos. Entre otros, se destacaba que les ayuda a potenciar la empatía y a ver que hay otras maneras de entender el mundo. Además también estimula la memoria y la creatividad y amplía su vocabulario. Hay cuentos que se convierten en auténticos best sellers, como “El monstruo de colores”, de Anna Llenas, “Adivina cuánto te quiero”, de Sam McBratney y Anita Jeram, o “Un libro” de Hervé Tullet. Son solo tres ejemplos de historias muy diferentes entre ellas, pero todas pensadas para que los más pequeños disfruten con sus páginas.
Quizá fue esto lo que nos animó a impulsar nuestra propia línea editorial, Read me a Story. Formar parte los momentos más íntimos de la vida familiar y hacerlo en inglés, consiguiendo que el nuevo idioma tenga su espacio en el día a día de la familia, es una de las cosas que más feliz me hace. Me emociona pensar que hay niños que se van a dormir con el recuerdo de las aventuras de Betty Sheep o Gina Ginger resonando en sus cabecitas.
Y es aquella ilusión que sentía en el año 2014, cuando lanzamos nuestra línea editorial, la que siento hoy al presentar al mundo nuestra tercera colección de cuentos: Many Monsters. Con el amor y el cariño con los que se ha editado la primera historia, Nori Nosy, se transmite el deseo de hacer volar a los niños a través de sus páginas, de saciar una curiosidad innata y de querer alargar esa inocencia al lado de los padres.
Lo recuerden o no cuando sean mayores, estoy segura de que todos ganamos con estos momentos juntos. ¿Recuerdas cuál era el cuento de tu infancia? ¿Y cuál es el que más te gusta explicar?