Dale al pause, respira y saborea la vida

Un maratón es una carrera de fondo, no se puede improvisar, requiere constancia, esfuerzo y perseverancia. Y, pese a todo, cada vez hay más personas que se lanzan a las carreras de larga distancia sin dedicar el tiempo necesario a la preparación previa que requieren.

No te preocupes, que de momento no me ha dado por el running. Yo sigo con el yoga que tanto me está aportando. Pero creo que la metáfora del maratón me viene de perlas para el post de hoy. Nuestro día a día frenético no nos permite saborear todo lo que tenemos a nuestro alrededor y quizá valga la pena pararnos, respirar, observar y empezar a caminar, despacio pero sin pausa.

No existe una fórmula mágica para perder peso. Tampoco tenemos una píldora para aprender inglés. Y rotundamente no, no existen los atajos en el día a día. En la vida todo lo importante cuesta, ya sea tiempo o esfuerzo, y a menudo ambos por igual. Y me temo que nuestros hijos no estén preparados para ello. Encender la luz es tan fácil como apretar un interruptor, pero conseguir esta inmediatez requiere un trabajo previo: hay que hacer llegar la electricidad al interruptor.

No hace tantos años, comunicarnos con amigos o familiares requería la paciencia que nos pedía Correos. En cambio ahora es tan fácil como entrar en Whatsapp y darle al botón de enviar. Obviamente los tiempos cambian y las modas van y vienen a su antojo.

Por suerte para algunos, una de las modas que llega con más fuerza es la conocida como slow life (movimiento lento): volver a los orígenes, a descubrir poco a poco, a disfrutar y saborear de forma sostenible y sin acelerar nuestras acciones. Slow food, slow fashion y cittaslow forman parte de la filosofía slow que, lejos de promover la inacción como estilo de vida, nos anima a movernos y a seleccionar en qué queremos invertir nuestro tiempo. Si somos capaces de transmitir estos valores a nuestros hijos: esfuerzo, trabajo, tiempo, etc., de demostrar lo importante que es hacer las cosas despacio y a conciencia, les ayudaremos a ser más pacientes, atentos y tendrán mayor capacidad de esfuerzo.

El tiempo pasa muy rápido, no seré yo quien te lo descubra. Un día llegamos a casa con un bebé y, cuando nos queremos dar cuenta, ese pequeño se planta en la adolescencia. Por eso te digo que pongas el pause. Respira. Observa de nuevo. Y vuelve a arrancar. Saborea el verano y disfruta del slow life. ¡Nos leemos a la vuelta!

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