WhatsApp, Telegram, Twitter, Instagram, Facebook, Gmail… Seguro que conoces la mayoría de estas redes y aplicaciones. Pondría la mano en el fuego y creo que pocas veces me quemaría. Todas sirven para comunicar. Unas nos ponen al día de todo lo que pasa en cualquier parte del mundo y en cualquier momento y otras, como WhatsApp, nos permiten estar en contacto continuo con personas de nuestro entorno. ¿Qué tienen en común? Que todas atraen constantemente nuestra atención hacia el móvil. ¿Has pensado alguna vez que se nos está yendo de las manos? Porque al fin y al cabo, la vida es lo que pasa fuera de la pantalla.
En un estudio reciente de Norton (Symantec), con más de 7.000 padres de Europa y Oriente Próximo, sobre el uso de los móviles y el desafío que supone cuando tienes hijos, el 41% de los padres reconoce que sus hijos les han reñido en alguna ocasión por pasar demasiado tiempo con el móvil o por hacerlo en espacios inadecuados, como por ejemplo en la mesa. En otro estudio británico, más del 70% de los niños encuestados deseaba que sus padres estuvieran menos tiempo con el móvil y más con él, y uno de cada 10 aseguraba que sus padres preferían estar con el móvil antes que hablar con ellos. Y esto, sin ningún lugar a dudas, nos tendría que hacer reflexionar.
No podemos pedir a nuestros hijos que no estén todo el día conectados a pantallas cuando nosotros no dejamos los teléfonos ni cuando estamos en casa… con ellos. Es tal nuestra dependencia, que incluso grandes empresas han aprovechado la oportunidad para captar nuestra atención y hacer campañas publicitarias con la idea de hacernos cambiar el chip. Es el caso de IKEA. El gigante sueco nos hizo ver en su última campaña que sabemos mucho más de la vida de los famosos que de nuestra familia, que conocemos más las novedades de las redes sociales que los sueños y aspiraciones de nuestra pareja o el grupo de música favorito de nuestros hijos. Nos proponían mantener los móviles alejados de los banquetes navideños, bien guardados en una caja DIY a modo de centro de mesa. La idea me parece muy acertada y sigue en la línea de otras campañas anteriores en las que fomentaban las cenas en familia.
Aunque es sorprendente que sea la publicidad de las grandes empresas la que nos recuerde el abuso que hacemos del móvil y el distanciamiento de todo lo que sucede lejos de una pantalla, celebramos que lo haga. Otros ejemplos entrañables son Toys’r’us y Famosa, que estas Navidades nos han animado a compartir momentos de juego con nuestros hijos y a pasar más tiempo juntos, porque el hoy es tan efímero como su infancia. Y si hablamos del uso del móvil durante la comida, me ha encantado la propuesta de la cadena de restaurantes británica Frankie&Benny’s: los niños comían gratis si los padres guardaban los móviles bajo llave mientras estuvieran sentados en la mesa.
Siempre estamos a tiempo de cambiar nuestros hábitos, así que te animo a sumarte a estas iniciativas. Sé tú el primero o la primera en dar ejemplo a tus hijos. Si necesitas motivos, y aunque la lista podría ser larguísima, yo te daré 5:
- Pocas, poquísimas veces, hay algo tan importante como para estar conectado continuamente.
- La vida se ve mejor sin una pantalla de por medio.
- Estás en la mesa, en familia, comiendo o cenando y ¡necesitas las dos manos!
- Tendrías que estar más pendiente de lo que pasa a tu alrededor.
- Nada puede sustituir mirarlos a los ojos.
Y ahora ya lo sabes, todos tenemos un propósito nuevo para el año que acaba de empezar: desconectar del móvil y conectar con el todo. ¿Te apuntas?