Vivimos en la sociedad de la inmediatez. Lo sabemos y lo repetimos multitud de veces. Lo malo es que esta cultura tan evidente impacta de forma muy directa en los más pequeños mientras se están formando como personas, y acaban por creer que todo puede conseguirse en poco tiempo y con poco esfuerzo.
Los contenidos infantiles deben ser breves porque si duran más los niños no mantienen la atención. Las bolsas de patatas tienen un regalo inmediato en su interior. Recuerdo una tira de Calvin&Hobbes en la que el pequeño Calvin va poner una pizza en el microondas y lee en el dorso de la caja: 2 minutos. Se indigna y exclama: “¡No tengo tanto tiempo!”. ¿Serán nuestros hijos siempre tan impacientes? Son así porque la sociedad de los adultos no es muy distinta: los tuits solo tienen 140 caracteres. Los reality shows muestran un modelo de éxito de la noche a la mañana, y son los programas de máxima audiencia.
Vivimos en la sociedad de lo quiero y lo quiero ahora, pero no es real. Debemos inculcar a los niños que no todo se consigue fácilmente ni se obtiene de forma inmediata, que hay caminos que tardan en recorrerse, y eso no significa que sean menos bonitos, al contrario, sino que son más largos y tienen distintas etapas y más matices. Debemos educarles en que no solo importa el último paso, sino que cada uno es igual de importante y nos ayuda a aprender cosas nuevas. Woody Allen decía que le costó 40 años tener éxito de la noche a la mañana. Así es. Todos necesitamos una zanahoria para andar, pero es muy distinto tenerla a un metro que en la línea del horizonte.
Natàlia Perarnau,
fundadora y creadora del método Kids&Us.